La caña de millo, los tambores y la cumbia: Sonidos que conectan a Barranquilla con el mundo

Tato Marenco, el músico, compositor, productor, folclorista, percusionista y prodigioso intérprete barranquillero de la caña de millo, así como estudioso académico del papel que este instrumento juega como vertebrador de la música tradicional de la Costa Norte Colombiana, tuvo el honor de cerrar el ciclo de conferencias programadas por la Cámara de Comercio de Barranquilla para la cuarta versión del Caribe BIZ Forum, celebrada durante el 10 y el 11 de septiembre de 2018 en el Centro de Eventos y Convenciones ‘Puerta de Oro’, a orillas del Río Magdalena.
Para los más de 1.900 asistentes a este encuentro, su charla fue un refrescante punto final después de dos días de blockchain, bitcoins, economías colaborativas, emprendimiento, innovación tecnológica, disrupción digital, transformación corporativa y otros temas de actualidad y extrema relevancia para el mundo del marketing, de las finanzas y de los negocios enmarcados dentro de la Cuarta Revolución Industrial, que se discutieron a fondo durante el Forum.
Recordó que la Flauta de Millo o Pito Atravesao es un clarinete traverso de origen indígena y autóctono del Caribe Colombiano, especialmente en los departamentos de Atlántico, Bolívar, Sucre y Córdoba. Hoy en día se fabrica a partir de la caña brava, del carrizo y la mata del corozo. “El mismo del material del que se hacen las guacharacas”.
“Su particular ritmo hace vibrar a todos mis coterráneos”, dijo Marenco y planteó el interrogante de cómo presentarlo al público oyente de más allá de las fronteras de su cuna geográfica.
El músico se declara un defensor acérrimo, incondicional y terco de las tradiciones de esta región. “Desdelos 16 añosno me perdía ni un festival. No pensaba más que en mochila, abarcas, sombrero”. No fue fácil decidirse entre la veterinaria, profesión que le apasiona, o dedicarse de lleno a la música.
La decisión se hizo más compleja aún cuando recibió el consejo materno de que “estudiara primero una carrera de verdad” y después estudiara música. Pero finalmente pudo convencer a su progenitora de invertir el orden: primero la música y después “una carrera de verdad”.
El ardid le funcionó. “La música es algo que nunca se deja de estudiar”. Fue así cómo le sacó “el quite” a una profesión más formal. “Pero ahora entiendo a mi mamá. La música es un campo sembrado de incertidumbre y vicisitudes, que exige mucha perseverancia y paciencia”. Sin embargo, siente que en ningún momento le faltó el apoyo de su padre y de su madre. “Fue de él de quien heredé mi amor por la música de la costa, de Lucho Bermúdez, de Pacho Galán y de tantos otros juglares”.
Y aunque su amor por la Flauta de Millo no tiene rival, se siente también muy orgulloso de la relación que sostiene con sus tambores de cumbia:el Llamador o Tambor Macho, y el Tambor Alegre. El primero llama a la danza. El segundo es el que improvisa, el que habla. “La hembra habla y el macho sólo asiente. No discute”.
Ambos se tocan a mano limpia, pero existe un tercer cuero:la tambora, que se toca con baquetas y es el que aporta los bajos y marca el compás de la cumbia, completando el ciclo musical.
Las maracas, por su parte, son un claro elemento indígena, femenino. Representa a la madre.
Volviendo a la Flauta de Millo, insiste en que es un clarinete en realidad, aunque le llamen flauta, y es de origen africano. “Es una caña que vibra con el viento”.
Agradece y al mismo tiempo se siente orgulloso de haber podido llevar esta caña vibrante a los rincones más lejanos del mundo. “Es una bendición. Desde muy pequeño supe que iba a viajar y me especialicé en la parte que yo pudiera explotar más para dar a conocer la música colombiana”.
Los estudios los hizo en las Escuela de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico, en Barranquilla, y los inició tan pronto terminó el bachillerato. Por esos mismos días fundó su primer grupo musical, ‘Guataca’, “en sociedad con mi gran amigo Julio Campo”.
Después pasó a estudiar en la Universidad de Javeriana de Bogotá, ciudad en donde, ante la libertad de hallarse lejos del hogar, le permitió dedicarse con mayor ímpetu a la práctica musical e hizo sus primeras grabaciones a nivel profesional. En la capital colombiana también hizo contactos que serían primordiales para complementar su formación musical, especialmente para la percusión “del granPaulino Salgado”, de San Basilio de Palenque, conocido como Batata. “Era un músico excepcicional. Para mí, el tamborero más grande que ha tenido este país, pero también compositor y cantante”.
Mientras todavía está en Bogotá, Totó La Momposina le invita a unirse a su agrupación. “Fue ver un sueño cumplido, desde pequeño había escuchado su obra con gran admiración”.
Para Tato Marenco fue el comienzo de una carrera internacional que le consagraría musicalmente y, a la postre, le llevaría a grabar con personalidades tan importantes como Carlos Vives y Shakira, dúo para el cual terminó tocando la gaita y participando en la grabación del exitoso tema musical ‘La bicicleta’.